viernes, 23 de julio de 2010

APOGEO DEL CASTELLANO

En los tiempos de Alfonso el Sabio la palabra “gramática” significaba únicamente “conocimiento del latín”. En cierto lugar usa Alfonso el Sabio la expresión “nuestro latín” para referirse a la lengua que a la lengua en que escribía; como si dijera: la clase de latín que hablamos en esta segunda mitad de del siglo XIII en estos nuestros reinos de León y Castilla.
La primera gramática de nuestra lengua, de hecho, la primera auténtica gramática de una lengua “vulgar”, o sea moderna, es la “gramática castellano” que, con dedicatoria a Isabel de Católica, hizo imprimir en 1492 Antonio de Nebrija.
Hombre de humilde origen Nebrija se educo en Italia, particularmente en la universidad de Bolonia, donde asimilo las nueve concepciones de la filosofía y las nueve tácticas de enseñanza que el implanto luego de su patria, declarando la guerra a los métodos anticuados que anquilosaban la inteligencia de los estudiantes.
La idea rectora de Nebrija parece haber sido: “el latín es de esta manera, muy bien; y el castellano es de esta otra manera”.
La importancia de Nebrija es mucho mayor que la de un simple gramático. Junto a los sabios Italianos residentes en España Y Portugal, el sentó en el mundo las bases de humanismo, movimiento paneuropeo, búsqueda colectiva del saber emprendida por un grupo menores de personas a quienes unía el conocimientos de las dos lengua internacionales, el griego y el latín, de tal manera que entre el andaluz Nebrija y el Holandés Erasmo no había ninguna barrera idiomática.
Detrás de la difusión mundial del griego y del latín había estado las figuras importantes de Alejandro Magno y de Julio Cesar. Siéndose honda y auténticamente en los comienzos de una era que contemplaría la difusión mundial del castellano.
De los escritos referentes a los romances castellanos que se compusieron en España en los siglos XVI y XVII, las más notables no son precisamente gramáticas, sino elogios de la lengua y sobre todo estudios de hipo histórico, como las Antigüedades de Ambrosio de Morales y el libro de Bernardo de Aldrete Del Origen y principio de la lengua castellana o romance que hoy se usa en España, ampliación de un tema tratado de manera elemental por Nebrija.
Las gramáticas españolas para hispanohablantes son muy escasas en el siglo de oro. Las más importantes es la de Gonzalo Correas, catedrático de Salamanca, escrita no para que “naciones de peregrinas lenguas” aprendieran el castellano, sino para que los hablantes de castellano se enteraran de sus reglas.
El poeta y músico Juan del Enzina, disípalo de Nebrija, compuso un “arte de la poesía castellana”, impreso en 1496. A comienzo del siglo XVII corrieran ya no pocos tratados descriptivos, o preceptivos, o históricos, de la lengua artística, como “el discurso de la poesía castellana” (1575) de Gonzalo Argote de Molina, el ‘arte poética en romance castellano” de Miguel Sánchez de Lima (1580), el “arte poética” (1592) de Juan Díaz Rengifo, “la filosofía antigua poética” (1596) de Alonso López Pinciano, el “cisne de Apolo” (1602) de Luis Alfonso de Carvallo, el “ejemplar poético” (1606, en verso) de Juan de la Cueva y el “libro de la erudición poética” (1610) de Luis Carrillo Sotomayor.
La primera ortografía es la de Nebrija, publicada en 1517. A ella siguieron la de Alejo Venegas (1531), la de Antonia de Torquemada (1552 pero editada apenas en 1970), l de Pedro de Madariaga (1565), la de Fernando de Herrera, puesta en práctica en sus anotaciones de Garcilaso (1580), la de Juan López de Velasco (1582).
MOROS Y MORISCOS.
El último rey moro salió de Granada, rumbo al destierro de África, en el año de 1492, con su familia y su sequito.
En granada no había cristianos, y del romance mozárabe no quedaban mas huellas que las voces adoptadas por el árabe. No había habido en Granada el fenómeno de convivencia de cristianos, musulmanes y judíos que hizo la grandeza de ciudades como León en el siglo X y Toledo en el XII.
El cristianismo español se había ido haciendo más y más reacción a la tolerancia y a la convivencia. Por razones religiosas y políticas a la vez, lo árabe había dejado de ser admirable para hacerse despreciable y odioso.
Fray Hernando de Talavera, a quien veneraron los humanistas españoles, fue un evangelizador humanitario. Otros no lo fueron.
La acción militar de las Alpujarras fue un cruel golpe no solo para los moriscos a medio asimilar, sino también para los ya cristianizados e hispanizados. De esos moriscos plenamente convertidos en españoles habla con no poca simpatía Bernardo de Aldrete sus “varias antigüedades de España”, publicadas después de la expulsión. Muchos moriscos, dice Aldrete, hablaban la lengua castellana .
JUDIOS Y SEFARDIES.
Los judíos habían sido expulsados de España más de un siglo antes que los moriscos, o sea, justamente, en ese año de 1492 tan preñado de acontecimientos. Por cualquier lado que se la mire, la decisión de los reyes católicos fue un acto de antisemitismo puro.
Los judíos españoles, llamados luego sefaradíes o sefardíes, habían escrito la lengua castellana desde que hubo literatura. Los redactores de buena parte de la prosa alfonsí fueron con toda probabilidad judíos.
Si fueron muchos los expulsados, también fueron muchos los que pudieron quedarse en España, o porque ya habían aceptado la fe cristiana o porque en ese mismo año de 1492 decidieron someterse al bautismo. Pero los que se quedaron no estuvieron nunca a salvo de la sospecha de criptojudeismo.
En la primera mitad del siglo XV habían sido obispos de la prestigiosa Burgos dos judíos, padre e hijo, Pablo de Santa María y Alonso de Cartagena, grandes escritores ambos.
Otro de los grandes judíos españoles, Juan Luis Vives (1492-1540), amigo de Erasmo, salió de España a los diecisiete años y nunca volvió a pisar la tierra en que varios de sus antepasados habían sido quemados vivos.
Un país cristiano, Portugal, y dos islámicos, Marruecos y Turquía, acogieron a los desterrados en 1492. Pero en 1497 la corona portuguesa decreto “o bautismo o expulsión”, con un refinamiento de crueldad: los expulsados no podían llevarse a sus hijos pequeños. Hubo así gran numero de “conversiones”.
Varios judíos españoles, nacidos ya en Portugal, se establecieron a mediados del siglo XVI en el ducado de Ferrara. Protegidos por un duque humanista, estos judíos publicaron allí en 1553 la llamada BIBLIA DE FERRARA, primera de las biblias impresas en nuestra lengua, muy aprovechada luego por Casiodoro de Reina, el primer traductor protestante (1569).
El judeoespañol del norte de África ha sufrido influencias del árabe y del español moderno, y el judeoespañol oriental abunda en palabras turcas y griegas y aun eslavas, pero su fonética y su vocabulario han resistido en lo básico, de manera que suele servir de ejemplo vivo de cómo se habla el español hace quinientos años.
EL NUEVO MUNDO.
El otro acontecimiento importante del año 1492fue el hallazgo del nuevo mundo.
Colon hubiera sido el menos indicado para propagar la lengua entre los pueblos barbaros y naciones de peregrinas lenguas. Hablaba mejor el portugués que el castellano. Y es curioso pensar que el primer contacto lingüístico entre el Almirante y el indio americano, contacto frustrado, por supuesto, haya sido en árabe. En efecto, Colon, esperando que su navegación hacia occidente culminara en las islas de las especias, a donde los portugueses legaban después de dar vuelta el África y seguir hacia oriente, y sabiendo que había trato comercial asiduo entre el islam y ese extremo oriente, trajo en el primer viaje entre sus hombres a un intérprete de árabe.
Fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, e introductor de la imprenta en el nuevo mundo (1532), publico varias doctrinas en español, para que los evangelizadores tuvieran a la mano una exposición clara de lo esencial del cristianismo y en ella se basaran a la hora de predicar en la lengua de los indios.
La hispanizasión de nuevo mundo ofrece ciertas semejanzas con la romanización de Hispania y con la arabización de España. Al igual que los romanos y los árabes, los conquistadores y pobladores españoles se mezclaron racialmente desde un principio con los conquistadores, y este mestizaje de sangre fue, desde luego, el factor que más contribuyo a la difusión de la lengua y la cultura española.
HUMANISMO Y ANTIHUMANISMO.
Las luces están representadas ante todo por el humanismo renacentista, en sus dos expresiones principales, la nórdica o erasmiana y la italiana, expresiones que, una vez recibidas en España, se fundieron sin dificultad en una sola.
En 1550 las únicas ciudades que podían llamarse centros de cultura eran México y Lima, y tal vez Santo Domingo.
En la época de Carlos V, desde Juan Luis Vives, que en 1520 hablaba del triste papel que hacían en Europa los españoles, llenos de concepciones barbarás de la vida que se transmiten unos a otros como de mano en mano, hasta Andrés Laguna, que en 1557 decía que sus paisanos se habían granjeado el aborrecimiento de todos los europeos a causa de la soberbia, nunca dejaron de escucharse voces que llevaron a cabo una autentica labor de autocritica nacional.
El único caso ilustre de crítica del imperio del siglo XVII es el memorial versificado, atribuido en toda verosimilita a Quevedo, en que el autor le dice a Felipe IV que es inhumano mantener en Europa una ilusión de dominio a costa de la sangre y el bienestar de los españoles.
Desde el punto de vista de la historia de la lengua, los breves datos que anteceden tienen una doble importancia. Por una parte, explican el relativo raquitismo y atraso del vocabulario castellano en todos aquellos sectores en que los demás países del occidente europeo se alentaron a España, raquitismo y atraso cuyas consecuencias siguen siendo actuales.
ESPAÑA Y EUROPA.
En el escenario europeo de los siglos XVI y XVII los españoles estuvieron bajo las candilejas y cuajaron en figura o tipo. El resto de Europa los vio como paradigmas de grandes virtudes o de grande vicios, y así lo español fue unas veces modelo digno de imitación y otras veces objeto de repudio o de risa.
Los españoles fueron muy consientes de su papel en el mundo y de las reacciones que provocaban. Se explica que ciertos españoles modernos se sientan retrospectivamente halagados por los juicios laudatorios, y escriban alegatos en defensa de España contra la leyenda negra originadas en las casa.
Muchas otras cosas propagaron los españoles: juegos de naipes, técnicas de guerra, usos mercantiles, la guitarra, la costumbre de fumar, etc. Y todas ellas estuvieron acompañadas de algún reflejo lingüístico, particularmente los exóticos productos que España llevaba a Europa desde los vastos dominios coloniales.
Mano a mano con la difusión de la lengua española iba la de literatura.

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